El Partido Popular de Carreño se toma la política como un juego, donde poco le importan las repercusiones de sus continuos tejemanejes de cara a lesionar cualquier iniciativa del Gobierno Municipal, tratando de apoyarse en el resto de oposición para favorecer sus oscuros intereses.
En el caso del nuevo IBI, el PP presenta una propuesta de mínimos para la subida de ese impuesto, lo que de facto liquidaría las posibilidades de inversión, tanto social como en infraestructuras del Ayuntamiento, que es lo que realmente pretenden, es decir llevarse por delante un Gobierno aunque por el medio vaya el concejo y la ciudadanía.
No contento con defender su propuesta, a todas luces inviable e irresponsable, se plantea un orden de mociones predeterminado para poder desdecirse de ella y apoyar otra, que se lleva al pleno de forma extemporánea y sin tiempo para estudio, como ocurre siempre en ciertos sectores de la oposición en ese irresponsable juego que la derecha tiene entre manos.
Cuando al PP todo se le va del orden premeditado y la propuesta del Gobierno con reducciones equilibradas del impuesto sale adelante, se le ocurre criticar a IU por una abstención y por no prestarse al jueguecito del portavoz del PP, acusándoles de “boicotear” una votación, cuando lo único que ha hecho la coalición es precisamente ejercer su derecho soberano al voto, para lo que no ha de rendir cuentas a otros grupos, sólo ante su electorado.
El PP debe ser consecuente y si tiene una propuesta defenderla hasta el final y no andar bandeando de un lado a otro al socaire de sus intereses políticos, sin importarle lo que le ocurra al Ayuntamiento y a la ciudadanía. Pero en el fondo los ciudadanos y las ciudadanas de Carreño tienen suerte; el portavoz y líder del PP en Carreño es tan “mal jugador” que ni con un Monopoly, juego inmobiliario por excelencia.